Inteligencia Artificial y telecomunicaciones: la falsa emergencia de las redes saturadas
El debate sobre el impacto de la Inteligencia Artificial en las redes de telecomunicaciones suele reducirse a un estribillo alarmista: “las redes están llenas”.
Es un eslogan diseñado para generar miedo, no para informar. En realidad, esta narrativa distorsiona tanto la realidad técnica como la estratégica. Si México quiere aprovechar la ola de la IA y consolidarse como un hub digital de América Latina, debe dejar de obsesionarse con cuellos de botella ficticios y enfocarse en inversión, nuevos modelos de negocio y competitividad global.
Un punto de referencia lo ofrece el reciente estudio de Ciena y Heavy Reading, realizado en 77 operadores a nivel mundial en febrero de 2025. Los datos son claros: en los próximos tres años, la IA podría representar más de la mitad del tráfico de larga distancia según 29% de los operadores, y al menos 30% según otro 52%. En redes metropolitanas, 18% prevé que la IA superará 50% del tráfico, y casi la mitad lo ve por encima de 30%.
Leídos superficialmente, estos números parecen alarmantes. Leídos correctamente, apuntan a crecimiento y oportunidad. Las redes —especialmente las dorsales ópticas— no son tuberías frágiles a punto de reventar. Están diseñadas con redundancia, escalabilidad y expansión a largo plazo. La fibra, lejos de “llenarse”, se escala. Tecnologías como la multiplexación por división de longitud de onda permiten multiplicar la capacidad sin tender un solo nuevo cable.
El mismo estudio muestra que sólo 16% de los operadores considera sus redes “muy listas” para el tráfico de IA. Pero esto no es una crisis: es una planificación prudente. El 39% afirma que sus redes están “listas pero con margen de mejora”, 40% “parcialmente listas” y apenas 5% “no listas”. Estos no son focos rojos, son señales de inversión.
En México, los grandes operadores ya están tomando medidas. América Móvil está invirtiendo en redes de transporte óptico de 400G y 800G para clientes corporativos y Centros de Datos, mientras que la Red Compartida sigue ampliando la cobertura 4.5G.
Estos esfuerzos reflejan una tendencia global: casi la mitad de los encuestados por Ciena considera que los servicios de capacidad ultra alta —más que la fibra oscura— serán el principal motor de crecimiento en los próximos tres años. Y 74% identifica las empresas, no sólo los hyperscalers, como la fuente primaria de la demanda de IA.
Aquí está la clave: el tráfico de IA no es una catástrofe inminente, sino una oportunidad comercial. Decir que las redes están “saturadas” es técnicamente equivocado y estratégicamente peligroso. El verdadero riesgo es que México y América Latina se queden atrapados en un ciclo de alarmismo, mientras Estados Unidos y China avanzan con estrategias de inversión audaces. El peligro no es la saturación de las redes, sino la saturación de discursos políticos sin una visión de largo plazo.
Tomemos el móvil. La congestión suele citarse, pero 5G fue diseñado precisamente para la gestión dinámica del espectro. Con tecnologías como el dynamic spectrum sharing, las redes auto-optimizadas y ahora los ahorros energéticos potenciados por IA, los operadores mexicanos pueden manejar mucho más de lo que los críticos admiten.
En FTTH, el tráfico promedio por usuario sigue siendo relativamente modesto, incluso con streaming y teletrabajo. Los datos simplemente no respaldan un escenario de colapso.
Mientras tanto, la IA ya está funcionando como estabilizador y no como factor de estrés: anticipa picos, redistribuye flujos, reduce la latencia y baja el consumo energético. Presentar la IA como un volcán a punto de estallar es ignorar cómo ya está reforzando la resiliencia de las redes.
Las implicaciones financieras son relevantes. Los inversionistas en telecomunicaciones han enfrentado un decenio de márgenes comprimidos, bajas valuaciones y costos de capital crecientes. La ola de la IA es una oportunidad para revertir esa tendencia: monetizar la capacidad mediante servicios premium para empresas, en lugar de depender únicamente del ARPU de los consumidores.
Una política pública que retrate a la IA como “amenaza” corre el riesgo de desalentar precisamente las inversiones que México necesita para dar el salto digital.
La conclusión es clara. Las redes mexicanas no están al borde de la implosión: están evolucionando —ópticas, móviles y cada vez más inteligentes. El reto no es entrar en pánico, sino canalizar la demanda de IA hacia modelos de negocio sostenibles y actualizaciones eficientes en capital.
Si se gestiona bien, la combinación de fibra escalable, 5G inteligente y servicios de ultra alta capacidad puede convertir a México en un referente regional de resiliencia y eficiencia digital. Sería un legado mucho más valioso que otro ciclo de titulares sobre redes “saturadas”.