El modelo chino para dominar la IA: una estrategia de 40 años en marcha

Planeación, inversión y ejecución es la fórmula estratégica de China para posicionarse y mantenerse como un epicentro de innovación y transformación digital. Desde hace más de cuatro décadas, el gigante asiático se trazó una ruta ascendente que combina políticas estatales de largo plazo, financiamiento masivo en infraestructura tecnológica y una coordinación estrecha entre gobierno, academia y sector privado. 

Esta estrategia no sólo le ha permitido escalar en sectores como telecomunicaciones, manufactura y minería avanzada, sino también consolidar a la Inteligencia Artificial (IA) como un eje central de desarrollo económico, social y geopolítico, con metas claras hacia 2030 para liderar la feroz carrera en IA. Esta competencia para el gigante asiático ya es del tejido urbano, desde consultas frecuentes a Deepseek por parte de la ciudadanía, hasta centros de investigación y desarrollo como el Lianqiu Lake, de Huawei, son parte de la realidad para acelerar el desarrollo en la materia y en el fortalecimiento de su industria de chips. 

La estrategia de China por liderar la IA no es actual, de hecho, se remonta a los años 80. Bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, el país abrazó la reforma y apertura bajo cuatro pilares de desarrollo nacional: agricultura, industria, ciencia y tecnología, y defensa nacional.

Con la implementación de las modernizaciones, el gigante asiático marcó la dirección estatal con metas medibles, provisión de incentivos para apoyar los cuatro sectores estratégicos y dejar que empresas privadas traduzcan la visión estatal en soluciones tecnológicas de escala al servicio de la ciudadanía.

Con el paso de los años, la estrategia de China se transformó en cifras de conectividad que alcanzan el 79.7% de penetración de Internet en junio de 2025, según el informe del China Internet Network Information Center (CNNIC). Pero ahí no se detiene la estrategia: empresas como Huawei han dejado claro que la prioridad ya no es únicamente el desarrollo de IA, sino hacerlo desde sus propios GPUs (Unidad de Procesamiento Gráfico). Esta decisión responde a las tensiones geopolíticas que atraviesa el sector tecnológico en el mundo, pero también es parte de la planeación propia de China. 

En el marco del Huawei Connect 2025, la compañía presentó su hoja de ruta con los chips Ascend hasta 2028, que refuerza la apuesta por un ecosistema robusto y localmente diseñado. Su plan contempla la evolución de procesadores cada vez más potentes y eficientes, acompañados de la construcción de SuperPods, clusters masivos que conectan miles de unidades de procesamiento a través de interconexiones ópticas de alta velocidad. 

Con los chips en desarrollo de Huawei, como el Ascend 950 para 2026, el Ascend 960 en 2027 y el Ascend 970 planeado para 2028, la compañía demuestra que entiende la competencia en IA como una carrera tanto de infraestructura como de algoritmos, y ofrece soluciones de modelo avanzados para sostener aplicaciones de nueva generación en sectores diversos como finanzas, energía, transporte o salud.

Pero la apuesta de China, de nuevo, es integral y trasciende las soluciones de hardware: “El diseño de Centros de Datos desde cero, la provisión de conectividad, el suministro energético y los servicios en la Nube que alimenten a un ecosistema propio”, detalló César Funes, líder de Industrial de política y desarrollo del ecosistema de IA para Huawei Latinoamérica y el Caribe.

A esto se suma la presencia de China en diferentes países que, por ahora no, tienen un rol protagónico en la carrera por la IA, como América Latina y África, y las empresas comparten no sólo la experiencia que 4 décadas pueden ofrecer, sino alternativas para fortalecer la transformación digital desde sus propios territorios. Parece como si China, a través de sus empresas, buscara que cada país se convierta en nodo de esta red global, capaz de sostener su propia transformación digital.

Sin embargo, la ruta no está exenta de retos. En el terreno persisten tres grandes desafíos en una carrera global que no se detiene. A pesar de la capacidad de movilización de recursos, las barreras técnicas y las tensiones políticas siguen siendo variables críticas que por ahora no presentan una conclusión. 

Por el momento, China sí tiene un potencial enorme de liderar la carrera por la IA. La razón es que mientras otros actores globales concentran sus esfuerzos en chips o modelos específicos, China impulsa un modelo sistémico e integral que incorpora hardware, redes, Centros de Datos, aplicaciones industriales y, sobre todo, la capacidad de escalar masivamente. En esa fórmula se apoya su ambición de convertirse en el principal centro de innovación en IA hacia 2030.

Ese diseño estratégico toma forma concreta precisamente en el Plan de Desarrollo de la Nueva Generación de Inteligencia Artificial promulgado en 2017, que se convirtió en la hoja de ruta nacional que articula objetivos, etapas y métodos hacia 2030. En ese plan, China define tres etapas sucesivas. Para 2020, lograr avances significativos en métodos y aplicaciones, para 2025, convertirse en un competidor global con innovación reconocible; y para 2030, transformarse en el líder mundial en teorías, tecnologías, aplicaciones y normas de IA. Etapas que hasta ahora ha cumplido.

Además, el plan propone el liderazgo en tecnología, diseño sistémico, orientación al mercado y apertura colaborativa como los cuatro principios rectores para lograr sus objetivos.

El plan también subraya cómo China ve la IA y es que no se trata de un campo aislado, sino como un ecosistema tecnosocial que debe integrarse con la industria, la gobernanza, la educación y la ética. En ese sentido, la ambición no es sólo técnica, sino normativa: el plan también busca que China juegue un papel determinante en la definición de estándares internacionales, regulaciones de IA segura y directrices para gobernanza algorítmica.

No se trata de una carrera improvisada, sino de una estrategia sostenida que busca ganar en términos de tecnología, pero también en influencia normativa y política.

En China, la IA es vista tanto como un motor económico como un pilar de poder nacional que seguirá impactando sus industrias nacionales y la proyección global de un país que no mide su alcance en años, sino en décadas, y que hasta ahora ha funcionado.