Digital X Files | Privacidad en línea: no se trata sobre lo que tengas que ocultar, sino lo que se debe proteger

En medio de una mayor cantidad de dispositivos y aplicaciones conectadas, que se extienden desde el smartphone en la palma de nuestra mano, pasando por el foco inteligente de nuestra casa hasta el auto que conducimos a la oficina, generamos una enorme cantidad de datos como nunca antes en la historia. Datos que bien pueden servir para recibir una mejora de estos servicios o dejar expuesta nuestra privacidad al contener información sobre nuestros hábitos y preferencias.

Aun cuando podamos caer en la trampa de creer que no tenemos información comprometedora o peligrosa, que a nadie le interesa conocer más sobre nuestros hábitos de navegación o que simplemente no guardamos secretos, la realidad es que estos datos son intrínsecamente valiosos, ya que forman parte de nuestra identidad en línea, pero también constituyen el pilar principal de la economía del Internet en la era de la Web 2.0.

Según un análisis de StockApps.com, de las cinco principales empresas digitales (Google, Twitter/X, Apple, Amazon y Facebook), Google recopila la mayor cantidad de datos sobre sus usuarios, 39 puntos de un total de 39. Esto incluye prácticamente cualquier dato, desde la ubicación específica de los usuarios hasta el historial de su navegador, además de actividad en sitios web o aplicaciones de terceros y los correos electrónicos en las cuentas de Gmail.

Por otro lado, aunque Twitter y Facebook se encuentran ligeramente por detrás de Google, el análisis también advierte que recolectan más información de la que requieren. En el caso de Facebook, se trata de información que los mismos usuarios publican.

El ranking tiende a variar según lo que se incluya en el análisis (aplicaciones de redes sociales, streaming, transporte, etc.), ya que otro estudio publicado por Clario, compañía especializada en privacidad y seguridad, encontró que Facebook se ubicaría en la cima de la recolección por tipo de datos, como ubicación, número telefónico o pasatiempos, pero excluyendo algunos como peso y altura, o alergias y salud.

Estos datos se convierten en un flujo de información constante que permite a los proveedores de servicios mejorar su oferta y adaptarla mejor a nuestros hábitos y necesidades. Además, el uso, análisis y transacción de esta información permite mantener la gratuidad de muchos de los servicios a los que hoy accedemos, desde un buscador, una red social, un servicio de mensajería instantánea o videojuegos.

La recolección de datos, cuando se hace de forma responsable, también ha ayudado al avance científico o al análisis de la economía y la sociedad, así como su uso en tareas de seguridad nacional.

En ese sentido, aunque la recolección de datos ha dado múltiples beneficios a los usuarios de Internet, no podemos olvidar que siguen siendo datos personales y que merecen ser protegidos como cualquier otra propiedad privada. Derivado de ello, se ha considerado a la privacidad en el mundo digital como un derecho humano, y para su resguardo se deben adoptar normas y regulaciones.

Al tratarse de información personal, incluyendo datos relevantes como cuentas bancarias o hábitos de compra, también pueden atraer la atención de terceros que pueden estar o no autorizados para el acceso de esta información con diversas intenciones de uso, y no siempre a favor del usuario.

Muchas de las compañías de Internet afirman que la recolección de datos se realiza bajo estrictos estándares de seguridad, a la vez que no se utilizan para individualizar, sino para la formación de grupos con intereses o hábitos similares que permita una entrega más específica de ofertas y publicidad.

Sin embargo, en los últimos años han surgido múltiples casos de hackeos y filtración de datos, además del uso indebido de los mismos con fines políticos o de robo de identidad, sumados a algunos conocidos casos de espionaje realizados por diversas instancias gubernamentales.

El sitio haveibeenpwned.com (se recomienda que el lector lo visite) lleva un registro de 679 sitios que han sufrido filtraciones de datos, desde compañías de Internet, hasta bancos y hoteles, que han impactado más de 12.5 mil millones de cuentas. Entre las filtraciones más grandes se encuentra la llamada Collection #I, una base de datos con 2.7 mil millones de registros y 773 millones de cuentas únicas de correos electrónicos con contraseña.

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Asimismo, podemos citar otros casos públicos que no se trataron de una filtración, sino de un mal uso de los datos. El más sonado fue cuando Cambridge Analytica utilizó datos personales de usuarios de Facebook, sin el consentimiento de los usuarios o de la red social, para el direccionamiento de propaganda política durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

Por otro lado, aun cuando las empresas afirman que se recolectan los datos más esenciales para la entrega de publicidad o mejora de los servicios, se han realizado estudios que demuestran que es relativamente fácil ligar estos datos supuestamente anónimos con personas en el mundo real.

En 2019, el New York Times recibió una base de datos compuesta por cerca de 50 mil millones de registros de ubicación de más de 12 millones de usuarios de teléfonos celulares, con lo que se podía vincular un determinado dispositivo con lugares destacados, como las residencias de Arnold Schwarzenegger y Johnny Depp, o hasta visitas a la Mansión Playboy. En 2021, el mismo medio recibió una base de datos con la localización de los teléfonos presentes durante la insurrección al Capitolio de los Estados Unidos.

Lo más escandaloso es que estas bases de datos no estaban en poder de las grandes tecnológicas o agencias gubernamentales, sino que eran recolectadas por empresas dedicadas a negociar con los datos de ubicación de los usuarios (muchas veces sin su consentimiento). Y aunque las empresas de tecnología afirman que los datos se comparten únicamente con socios relevantes, aún queda la pregunta en el aire sobre cómo se obtuvieron, qué tan fácil es el acceso a estos datos y exactamente cuál es el tratamiento que reciben.

En mayo de este año, Meta anunció su actualización de la política de privacidad de Facebook, la cual fue rediseñada para ayudar a los usuarios a entender qué tipos de datos se recopilan por el uso de sus servicios y cómo se utiliza dicha información. Afirma que “Meta no recopila, usa ni comparte tus datos de nuevas maneras en función de esta actualización de política y continuamos sin vender tu información”.

Datos que serán recopilados por Threads
Salud y condiciónCompras
Información financieraUbicación
Información de contactoContactos
Contenido de usuarioHistorial de búsqueda
Historial de navegaciónIdentificadores
Datos de usoInformación privada
DiagnósticoOtros datos

La importancia de la privacidad

La privacidad no es concepto único o estático que únicamente se refiera a ocultar o proteger datos, sino que muta según la propia naturaleza de los datos, el contexto o la aplicación. Habrá una parte de nuestra vida digital que podemos elegir vivirla en la esfera pública, como compartir la foto de nuestro último viaje a cualquiera que ingrese en una red social, o para un grupo de amigos y conocidos; pero habrá otros datos que reservaremos únicamente para nuestros ojos, como los detalles del costo de ese viaje –monto, método de pago, proveedor, etcétera–.

“El derecho a la vida privada es definido como una esfera de la vida en la que las personas pueden expresar su identidad y que varía con el paso del tiempo. Es como un globo que se expande o se contrae según el contexto particular de la persona y su sociedad, tanto por motivos internos como externos”, explica la asociación R3D.

El concepto de privacidad ha sufrido importantes cambios en los últimos años, especialmente a partir del mayor uso de las redes sociales, que constantemente nos incentivan a compartir cada segundo de nuestras vidas, pensamientos y experiencias. 

Es de esperar que la población más joven que creció en un mundo ya dominado por las redes sociales y donde sus fotos eran compartidas desde sus primeros días de vida, se sienta más cómoda con la compartición y recolección de datos, respecto a las generaciones de mayor edad.

Según una encuesta del Pew Research Center (PRC), entre la población estadounidense, los jóvenes de entre 18 y 29 años estuvieron más de acuerdo en decir que se benefician de la recopilación de datos que empresas (29%) y gobierno (32%) hacen sobre ellos. Estas cifras contrastan con la opinión de los adultos mayores de 65 años, quienes consideran que reciben menos beneficios de gobierno (17%) y empresas (19%).

El mismo patrón se encuentra respecto al control que se percibe sobre los datos que comparten. Según el PRC, 67 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 29 años dicen tener algo o mucho control sobre quién tiene acceso a los datos de los sitios que visitan, contra sólo un 37 por ciento de la población mayor a 65 años. El 83 por ciento de los jóvenes también afirmó tener algo o mucho control de quién accede a datos sobre su ubicación física, contra un 60 por ciento de la población arriba de 65 años.

Aún cuando podamos dejarnos llevar por la clásica falacia de “no tengo nada que ocultar”, o caer en la trampa de que sólo los “malos” quieren privacidad, la realidad es que todos tenemos datos que preferimos reservar para nosotros mismos y es nuestro derecho resguardar esa información.

En la época actual en que miles de dispositivos y aplicaciones siguen cada uno de nuestros pasos en los mundos digital y físico, más que nunca es importante establecer los límites necesarios para resguardar nuestra privacidad en cualquier actividad que realicemos en línea, y que la recopilación de datos que se deba realizar esté apegada a principios de seguridad y prácticas de transparencia, de modo que sepamos claramente quién, cuándo, cómo y para qué se usa.

Cómo mantener la privacidad en línea:

  1. Revisar las políticas de privacidad y protección de datos en las aplicaciones y servicios a los que accedemos.
  2. Fortalecer y mantener actualizadas nuestras contraseñas, por ejemplo, mediante un gestor de contraseñas; así como usar autenticación de dos factores.
  3. Leer los términos y condiciones de los servicios en línea que vayamos a utilizar.

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