Reforma Jorge F. Negrete P.
“Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica.” Artículo 6to de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La identidad es un recurso cultural complejo, en permanente evolución. El territorio, la lengua, los símbolos, nuestra historia, las afinidades filiales y emocionales nos hacen ser nosotros y nos obsequian la identidad. Pero si la identidad es una jornada de búsqueda y preguntas que no claudica en la cultura, es un derecho en el mundo jurídico y digital.
La identidad, un derecho habilitante de otros. La UNICEF establece que la identidad es el “reconocimiento jurídico y social de una persona como sujeto de derechos y responsabilidades y, a su vez, de su pertenencia a un Estado, un territorio, una sociedad y una familia”.
Nuestra Constitución establece en su artículo 7o que “toda persona tiene derecho a la identidad”. El artículo 36 de la Constitución establece como una obligación de los ciudadanos “inscribirse en el Registro Nacional de Ciudadanos”. Esta función la gestiona el Registro Nacional de Población de la Segob.
Si el derecho de acceso a internet es un derecho fundamental, la identidad es entonces un derecho fundamental que nos da personalidad jurídica y el ejercicio de derechos y obligaciones, pero ambos abren la puerta al ejercicio de todos los derechos fundamentales, ya que son indivisibles e interdependientes. Son un derecho habilitante, son la puerta y la llave para vivir los derechos que el Estado garantiza en el mundo digital.
El documento. La identidad es reconocida ante la ley y el Estado, con un conjunto de datos y atributos. Esa identidad se formaliza en un documento de nomenclatura diversa: cédula de identidad, de ciudadanía, tarjeta de identidad, registro civil, carné de identidad o documento nacional de identidad. La falta de éste provoca una cadena de violaciones a otros derechos, marginación, desigualdad e injusticia. Sin documento de identidad vivimos al margen de la ley.
La cédula de identidad digital. Tu identidad en Internet es frágil. Transita en una compulsiva vida digital donde entregas tus datos personales, atributos y biométricos a tu banco, pasaporte, licencia, escuela, comercio digital y trabajo. Mereces que el Estado digital te la otorgue en las condiciones de seguridad y confianza más amplias. En un mundo digital, nuestros derechos necesitan un proceso de gestión de nuestra información y datos personales para comunicarlos con libertad, seguridad (ciberseguridad), interoperabilidad y certeza.
La identidad y su expresión digital son el más poderoso facilitador en la ejecución de la política pública, la transformación digital de la sociedad, el crecimiento económico, la competitividad y la protección de derechos fundamentales.
El ciudadano digital nace cuando se habilitan el derecho de acceso a Internet y Identidad Digital.
Sin identidad digital no hay democracia, ni justicia, derechos fundamentales, seguridad pública, ni economía digital.
Cada quien quiere su registro. La Asociación de Bancos de México señaló que “es urgente que en México haya una sola identidad digital para todos los ciudadanos”. La Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro estableció el uso obligatorio de la autenticación biométrica con huella digital. La Secretaría de Relaciones Exteriores cuenta con un robusto sistema de captura de datos personales y biométricos generando una identidad digital.
Capturar datos personales y biométricos es una actividad que, sin una armonización de procesos, genera falta de certeza jurídica, desconfianza pública y viola la privacidad.
El Estado mexicano debe garantizar la Identidad Digital Universal. A un paso de lograrlo. La duda fundada nació del ataque a la privacidad en el gobierno pasado y la falta de políticas de gestión de datos personales en posesión del gobierno. Falta institucionalidad de la privacidad. Celebro y deseo éxito a la iniciativa, pero falta una oficina mexicana de protección de datos personales.
Presidente de Digital Policy & Law
X: @fernegretep