La emergencia sanitaria que estamos viviendo en México y el mundo nos enfrenta a una realidad insoslayable: los individuos y las organizaciones deben de ser capaces de utilizar las tecnologías digitales cotidianamente. De no ser así, quedarán excluidos de la transformación económica y social del mundo y, por lo tanto, destinados a la marginación.
Pero la transformación digital debe empezar necesariamente por la educación desde los primeros grados escolares. Educación que prepare a las generaciones futuras para participar activamente en un mundo cada vez más complejo, pero con grandes oportunidades para las sociedades que inviertan en el desarrollo de habilidades digitales de los individuos que las conforman.
Mucho se habla de conectividad e inclusión social. También de los grandes problemas a los que México se enfrentará en el futuro inmediato, en un mundo irremediablemente globalizado, por no contar con una política de transformación digital que, cuando menos, evite que aumente la preocupante brecha digital.
Podríamos tener en seis años la primera generación de alumnos de primaria con formación en el uso de tecnologías digitales
¿Pero realmente se trata sólo de la falta de conectividad? ¿No podemos también empezar a solucionar de fondo el tema de la educación e involucrar desde los primeros años de formación el uso de tecnologías digitales? ¿Realmente es tan difícil establecer un programa de inclusión digital que inicie por primero de primaria y año con año ir cubriendo los siguientes grados?
Podríamos tener en seis años la primera generación de alumnos de primaria con formación en el uso de tecnologías digitales; y en 9 años los primeros alumnos de secundaria… y en 12 años todos los que terminen la preparatoria estarán preparados para impulsar la transformación digital del país.
Pero se podría hacer antes también; se empieza con primero y segundo de primaria, después con tercero y cuarto; o primero, tercero y quinto y después segundo cuarto y sexto, y así sucesivamente.
Me parece que sólo falta voluntad y un poco de creatividad. Me explico:
1. Se pueden digitalizar los contenidos educativos que actualmente tiene la Secretaría de Educación Pública (SEP) para convertirlos en interactivos a un costo razonablemente bajo, sobre todo si se hace en etapas bien planeadas. Los contenidos existen, también los profesionales que puedan digitalizarlos y darles interactividad. Se puede hacer.
2. Los niños, durante la clase, no tendrían por qué acceder a Internet. Podrían acceder al contenido digital e interactivo de forma local. Existe la tecnología para tener servidores de contenidos de bajo costo que bañen los salones de clase con señal Wi-Fi; estos servidores sólo se conectarían a Internet para actualizar los contenidos, digamos, ¿una vez al mes?, ¿una vez cada seis meses?, ¿una vez al año? No requerimos entonces conectividad de gran ancho de banda. Se podría hacer incluso utilizando el canal de datos del estándar de Televisión Digital Terrestre que, aunque es unidireccional en principio, podría funcionar perfectamente con esta configuración. Se puede hacer.
3. Los niños en clase no requieren una computadora. Se podría, en lugar de los libros de texto, equipar a cada niño y a cada maestro con una tableta electrónica económica. Para primero y segundo año de primaria hay en México alrededor de 4,220,634 alumnos y maestros. Con esa cantidad, se podrían adquirir tabletas con el sistema operativo Android a un excelente precio.
4. La plataforma educativa para administrar y distribuir los contenidos digitales, ¿se tiene que hacer desde cero y específica para la SEP? Por supuesto que no. Existe una gran diversidad de plataformas educativas en el mundo, y muchas de ellas son de código abierto. Basta con encontrar la adecuada en algún sistema escolar disponible actualmente, firmar un convenio y adaptarla en lo que se tenga que adaptar. Al ser código abierto, no veo ningún problema. Se puede hacer.
5. Adicionalmente, el maestro podría tener el control de las tabletas de los alumnos para poder orientar la clase en todo momento e, incluso, adicionar contenido propio, de ser el caso. Se puede hacer.
Por supuesto, se podrían generar nuevas materias, como robótica y programación desde los primeros años, y otras tantas necesarias para proveer de herramientas para los futuros profesionistas de este país. Pero la plataforma base, lo mínimo indispensable para digitalizar la educación está a la mano, sólo falta voluntad y un poco de creatividad. Se puede, ¡claro que se puede hacer!
Para la implementación del modelo se establecen las siguientes premisas fundamentales:
- Basado en contenido digital interactivo.
- Contenido digital almacenado en el salón de clases: disponible 24/7.
- Conectividad sólo para actualizar contenido: ahorro en costos de conectividad.
- Equipamiento escalable y con mínimo mantenimiento en el salón de clases.
- Basado en tabletas digitales de bajo costo.
- Capacitación mínima, manejo intuitivo.
- Control total del maestro en clase.
Por supuesto, nos haría falta el complemento. La Internet en casa, o cerca de casa, para realizar las tareas que los alumnos deben hacer para complementar su formación en el aula.
Si hubiéramos empezado a tiempo, posiblemente tendríamos en estos momentos estudiantes universitarios formados en escuelas públicas listos para salir a transformar nuestra sociedad
Al igual que en el tema educativo, en materia de conectividad el Estado todavía tiene una gran deuda con los más desprotegidos, pero la conectividad debe avanzar de la mano con los contenidos que le den sentido, más allá de las redes sociales y el entretenimiento, y a mi parecer la aplicación por excelencia de la conectividad debe ser la educación como prioridad para el Gobierno Federal.
Si hubiéramos empezado a tiempo, se habría facilitado enormemente la educación en casa a la que nos obligó la emergencia sanitaria. Si hubiéramos empezado a tiempo, posiblemente tendríamos en estos momentos estudiantes universitarios formados en escuelas públicas listos para salir a transformar nuestra sociedad, nuestra economía y nuestra cultura, facilitando el camino que, como sociedad, de todos modos, tenemos que recorrer.
No me cabe la menor duda, la conectividad y la educación son la dupla virtuosa para la transformación digital de la sociedad y no podemos perder más tiempo. Soluciones viables hay muchas, pero las instituciones con atribuciones en ambos campos nos quedan a deber, y mucho, en cuanto a políticas públicas que las impulsen e instrumenten en conjunto.