Un nuevo estudio revela que el acceso a Internet de banda ancha tiene un efecto positivo en la salud de la población, ya que contribuye a prevenir y disminuir la incidencia de problemas como el asma, la diabetes y hasta la enfermedad de Covid-19.
Casi todas las entidades de Estados Unidos con una mayor penetración de Internet tienen también mejores indicadores de salud, de acuerdo con la investigación de Telecom Advisory Services, elaborada por Raúl Katz y Juan Jung.
La investigación muestra que el aumento en la adopción de la conectividad ha permitido que un mayor número de personas tenga acceso a la telemedicina y a información útil antes y durante la pandemia por el coronavirus.
Durante la contingencia sanitaria, los resultados del estudio sugieren que el acceso a Internet facilitó que las personas consultaran información relevante, lo cual las impulsó a utilizar mascarillas, implementar medidas de sanitización para reducir contagios y a vacunarse contra la enfermedad.
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“Internet es un factor crucial y una herramienta para mejorar el uso de la medicina”, resalta el informe. Gracias a que la población puede tener una conexión de calidad y alta velocidad, es más probable que utilicen los servicios digitales relacionados con la salud o que puedan establecer una teleconsulta con los profesionales de la salud, por ejemplo.
Previo a la crisis sanitaria, Internet ya reflejaba un efecto positivo en la salud. El análisis de Telecom Advisory Services indica que un incremento de 10 por ciento en la penetración de la banda ancha se asocia a una reducción de 0.8 puntos porcentuales en la población que padece asma.
También un aumento de 10 puntos en la adopción de Internet de banda ancha está relacionado con una disminución de 1.2 por ciento en la proporción de la población que enfrenta diabetes en Estados Unidos. Y el crecimiento en el acceso a la conectividad puede generar una reducción del 1 por ciento en la incidencia de obesidad.
“Esto sugiere que Internet es una herramienta de intercambio de información y soporte de telemedicina, que puede contribuir de manera efectiva a mejorar este resultado de salud”. Por ejemplo, en el caso de la obesidad, acceder a la red posibilita encontrar información sobre dietas balanceadas, ejercicio y rutinas más saludables.
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La investigación destaca que el impacto positivo de la banda ancha en la salud podría ayudar a los gobiernos a implementar políticas públicas de prevención contra enfermedades, lo cual disminuiría la cantidad de fondos públicos destinados a la atención médica para combatirlas una vez que se padecen.
Aunque la penetración de la banda ancha no está directamente relacionada con todos los padecimientos, las mejoras en la conectividad también podrían contribuir a tener sistemas y servicios de salud de mayor calidad y más resilientes, capaces de atender a un número más amplio de personas a través de la telemedicina.
Por esa razón, el estudio advierte la necesidad de que se diseñen políticas públicas orientadas a estimular la adopción de Internet de banda ancha de alta velocidad en las áreas ya cubiertas y aquellas que aún se encuentran parcial o totalmente desconectadas; promover la asequibilidad de los servicios; flexibilizar los precios de las ofertas comerciales, e introducir programas para impulsar las habilidades digitales entre la población, sobre todo en los grupos más vulnerables.