Reforma Jorge F. Negrete P.
Todo lo que conocíamos sobre la política científica, tecnológica, innovación y humanidades, ha cambiado. Las bases bajo las cuales se sustentaba una política de ciencias, tecnología, de humanidades e innovación han cambiado para siempre. Estamos en un entorno de paradigmas, de conectividad e innovación determinados por la tecnología digital y la geopolítica. Este entorno es tan visceral que la economía, el derecho, la ciencia, la tecnología y las humanidades se sustentan en una nueva estructura institucional, administrativa, jurídica y lógica política.
La senadora Susana Harp, presidenta de la Comisión de Ciencia, Tecnología, Humanidades e Innovación (CTHI) me invitó a hablar sobre este tema. Ella no supo que la invitación fue una provocación intelectual, donde tuve que recuperar mi capacidad de mirar hacia atrás y estructurar diversas veredas intelectuales y académicas para hablar de mi materia madre: la ciencia y la tecnología. “La vida sólo puede ser entendida mirando hacia atrás”, Kierkegaard.
En 1988 me titulé con la tesis “El marco jurídico administrativo de la ciencia y tecnología” y, desde entonces, he navegado entre la propiedad intelectual, la propiedad industrial, la transferencia de tecnología, el derecho informático, el derecho de la privacidad, la radiodifusión, las telecomunicaciones, la competencia económica, el derecho digital, los derechos digitales y la geopolítica.
La soberanía tecnológica y digital se escribe con nueva tinta legislativa y de política pública. Para comenzar, no hay soberanía tecnológica ni digital sin conectividad. Cualquier acción pública, o política, sin conectividad, transformación digital y anchos de banda competitivos, serán ideológicos y estériles, frente a un voraz y compulsivo mundo digital.
La verdadera ola tecnológica ha sido la infraestructura digital, lo que conocíamos como telecomunicaciones. Algo que el ingeniero Carlos Slim ha estudiado y ha llamado “el sistema nervioso de nuestra civilización”: tiene razón. Esta infraestructura ha masificado miles de nuevas tecnologías, incluso la más reciente, la IA, y considerada por algunos “la ola que viene” (Mustafá Suleyman). La revolución digital de nuestra sociedad nace con los tiempos de la urgencia, la intolerancia, la geopolítica, el mercado salvaje y miles de millones de dólares de inversión en China, Estados Unidos y ahora Europa.
¿Podemos aspirar a una soberanía tecnológica dentro de este escenario? No, ni China, ni EUA la tienen, pero sí podemos masificar la tecnología digital y ser competitivos. ¿Es suficiente una ley de CTHI? No. No podemos ser Europa sobre regulando, ni EUA en el mercado salvaje, menos China y su capitalismo de Estado.
La arquitectura jurídica de la CTHI pasa por muchas leyes:
- Competencia económica y telecomunicaciones: si la próxima ley de competencia económica inhibe la inversión y la inclusión digital, no tendremos ciudadanos conectados, grandes anchos de banda ni transformación digital para todos, menos CTHI.
- Protección de datos personales: si la nueva ley de la materia sobrerregula el mundo digital, adiós a la innovación y las startups.
- Propiedad intelectual: tierra de debates, el último: OpenAI afirma que EUA no podrá competir contra China sin acceso a obras protegidas por derechos de autor. China tiene ese acceso y en Europa se debate el tema.
- Inteligencia Artificial. Si sobreregulamos esta materia como Europa, adiós a nuestra soberanía digital.
- No legislemos sin comprender.
- Agenda Digital. Sin agenda digital, ni política pública, no sabremos a donde ir.
Las comisiones del senado de Radio y Televisión, Comunicaciones, Derechos Digitales y la de CTHI tienen el reto de coordinarse como nunca. Estar junto a EUA y contar con el Sillicon Valley mexicano en Jalisco y el nuevo Hub digital de Data Centers en Querétaro, es una oportunidad que no tiene ningún país en el mundo.
¿Debemos buscar soberanía en CTHI? No, pero ¿podemos volver una potencia tecnológica a México? Si.
Presidente de Digital Polic & Law
X / @fernegretep