América Latina debe tener voz propia en la regulación de Inteligencia Artificial: Ángel Melguizo

El asesor regional de la Unesco asegura que “la Inteligencia Artificial es uno de los desarrollos tecnológicos más prometedores, casi desde la invención de la imprenta móvil hace 600 años”.

El desarrollo tecnológico y regulatorio en América Latina va a un ritmo más lento que el de las superpotencias globales. La región suele observar y tropicalizar los marcos normativos de Europa o Estados Unidos: así ha sucedido en ámbitos como la protección de datos personales, o la economía digital. Pero con la Inteligencia Artificial el camino debe ser distinto.

América Latina y el Caribe tiene que tener su voz. No se trata de elegir el modelo de Estados Unidos, el modelo de Europa o el modelo de China. América Latina tiene potencial, pero tiene retos especiales como el cierre de la brecha de conectividad y cierre de brecha de capacidades, que está muy relacionado con cómo quieres aprovechar al máximo la Inteligencia Artificial (IA)”.

Esto explica Ángel Melguizo, asesor regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) sobre IA y ética en América Latina, y también socio de Argia Consulting, en entrevista con DPL News.

“La Inteligencia Artificial va a ser central en el desarrollo digital de América Latina”; por eso, la región necesita ser más proactiva hacia una regulación, propia y regional, en la materia, que tome en cuenta que la IA se está convirtiendo en una  tecnología de uso general y, como tal, su impacto en la economía y la sociedad será enorme.

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Tamaño de mercado de la IA 2021 a 2023 en el mundo. Fuente: Statista

Melguizo señala que “los gobiernos de América Latina, junto con las empresas, deberían trabajar con nuestras organizaciones internacionales y aterrizar los principios y recomendaciones en su propio marco. Un marco que probablemente lleve a institucionalizar cómo se evalúa, cómo se supervisa la Inteligencia Artificial dentro de los estados y también probablemente actualizar algunas leyes que rigen el ecosistema digital”.

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Si bien no se trata de ignorar lo que el resto del mundo está haciendo, como la Unión Europea donde recientemente se votó a favor de una nueva ley de IA, el especialista advierte que la región latinoamericana atraviesa una realidad diferente, tanto socioeconómica como de disposición de capacidades e infraestructura.

Por eso es necesario estructurar una mirada regional. Si eso no sucede, y los países ignoran la acelerada evolución de esta tecnología, Melguizo advierte que se corre el riesgo de profundizar las brechas digitales ya existentes y perder una importante oportunidad de desarrollo económico.

Aunque a un ritmo más lento, el especialista considera que la región ya está caminando hacia una regulación, o al menos algunos países. “En América Latina, países como Chile, Uruguay, Costa Rica, Brasil, tienen ya avances en cómo institucionalizar y cómo regular la Inteligencia Artificial: propios, suyos, inspirados y asesorados en prácticas internacionales, porque tampoco se trata de inventar lo que ya está inventado y lo que otros están empezando a hacer”.

La Unesco, señala, estará trabajando junto con estos cuatro países a lo largo de 2023 para ayudarlos a revisar qué elementos requieren para desarrollar un modelo de regulación de la IA de manera sostenible y ética.

El doble reto de la regulación

Aún no existe un consenso mundial sobre cómo debería ser esta regulación: Europa ya tiene un enfoque, en el que busca establecer prohibiciones para los sistemas de IA que considera de un riesgo inaceptable y alto; Estados Unidos, por otro lado, tiene una visión más optimista y más flexible, aunque aún no lo define.

En opinión de Ángel Melguizo, la regulación tiene que anticipar los posibles riesgos de la IA, prevenirlos y, cuando sea necesario, mitigarlos, y al mismo tiempo promover la innovación y su adopción en soluciones y servicios para construir las futuras ciudades inteligentes en la región.

La buena regulación, de hecho, lejos de matar la innovación y matar las ideas, las protege y las hace perdurables y sostenibles (…). Una buena regulación es buena para las empresas, es buena para los ciudadanos y es buena para los Estados”, afirma el experto.

Aunado a ello ―precisa―, el enfoque regulatorio no debe dejar de lado el tema medioambiental. Al igual que otras tecnologías, la IA tiene una huella sobre el ambiente (por el consumo energético) que tiene que ser estudiada y reducida.

Y otro de los pendientes para aprovechar el uso de la Inteligencia Artificial es generar una mayor capacitación de capital humano e infraestructura, ya que en la actualidad hay un déficit del talento que manejará esta IA y del cómputo que requiere el procesamiento de enormes cantidades de datos.

Un elemento más que debe estar en el centro del debate es la inclusión y la igualdad. Melguizo explica que, al ser una tecnología de uso general, los sistemas de Inteligencia Artificial tendrán un impacto casi omnipresente: en los servicios públicos, la justicia, la educación, la recaudación de impuestos, la migración y la salud, sólo por mencionar algunos.

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“La Inteligencia Artificial es demasiado buena como para dejarla pasar. Vamos a asegurarnos que sea sostenible en el tiempo. Y la sostenibilidad implica una sostenibilidad social, es decir, que todos accedan a ella, y por eso el cierre de las brechas de conectividad y de habilidades es importante”.

“Y una sostenibilidad política: es importante que la Inteligencia Artificial nos ayude, ayude a los Estados a escuchar más a los ciudadanos, que los Estados y ciudadanos tengan mejor acceso a la información, a información verificada”, agrega.

Para eso, el asesor de la Unesco resalta la necesidad de garantizar que los sistemas de IA se nutran de bases de datos no excluyentes; que los algoritmos sean entendibles y transparentes; que se anticipen los peligros, y que se apliquen máximos estándares de ética como los que ha recomendado el brazo de las Naciones Unidas.

Si bien los gobiernos y agencias ocupan un rol central en la regulación de la IA, el socio de Argia Consulting señala que las empresas tecnológicas y el sector privado en general tienen una responsabilidad clave. Algunas, como Microsoft y Telefónica, ya han asumido compromisos. Pero hoy todas las compañías deben comprender que “el enfoque social responsable es el centro del negocio” de la IA.

“Antes o después los mercados lo van a valorar. Entonces para empresas que tienen que captar financiamiento en los mercados, antes o después va a haber un sello tecnológicamente ético o tecnológicamente responsable, igual que hoy hay un sello de medioambientalmente responsable”, y la ciudadanía le dará mayor importancia a ello.

Sólo así ―enfatiza ―, bajo estos principios, se logrará que la IA sea una herramienta de progreso para América Latina. “La Inteligencia Artificial es uno de los desarrollos tecnológicos más prometedores, casi desde la invención de la imprenta móvil hace 600 años”: esa, considera Ángel Melguizo, es una oportunidad que no se puede dejar pasar.

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