El Financiero Darío Celis
Altán Redes, el consorcio que tenía el objetivo de construir la Red Compartida, está quebrada. Su eventual desaparición o expropiación del gobierno de la 4T confirmó el modelo fallido de Enrique Peña Nieto.
Fue una mala idea concesionar a un privado la banda que es considerada la más valiosa de la civilización: la 700 megahertz, pues es la red de conectividad universal que llega a las zonas más apartadas.
El grupo, que tiene en la presidencia a uno de los mejores y respetados lobbistas de México, Bernardo Sepúlveda Amor, lanzó hace un par de meses la primera señal de alerta y de ayuda.
El 16 de febrero en Palacio Nacional Andrés Manuel López Obrador reunió a los directivos de Altán con las cabezas de América Móvil, AT&T y Telefónica, Carlos Slim Domit, Mónica Aspe y Camilo Aya.
El 16 de febrero en Palacio Nacional Andrés Manuel López Obrador reunió a los directivos de Altán con las cabezas de América Móvil, AT&T y Telefónica, Carlos Slim Domit, Mónica Aspe y Camilo Aya.
Lo que pasa es que la empresa que hoy evalúa solicitar el concurso mercantil aquí, e incluso acogerse a un Chapter 11 en Estados Unidos, era piedra angular del proyecto de la 4T para llevar Internet a toda la población.
El 11 de noviembre López Obrador tuiteó: “Me informaron Bernardo Sepúlveda, presidente de Altán Redes y Salvador Álvarez, director general que el trabajo con CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos avanza: a finales de año habrá 74 mil 901 localidades conectadas y en 2022 se conectará a todo México”.
Pero a pesar del respaldo del gobierno y el apoyo que pidió a los operadores, la compañía está naufragando. El gestionar la banda de 700 megahertz para un privado implicaba obtener mucho financiamiento.
Cuando ganó el 17 de noviembre de 2016 la concesión a 20 años para prestar los servicios móviles mayoristas, Altán anunció inversiones por 7 mil 200 millones de dólares.
Pero a casi cinco años los resultados han sido muy pobres: tiene una base de apenas unos 250 mil usuarios, entre clientes de Telefónica-Movistar, operadores móviles virtuales y usuarios rurales locales.
Entre los accionistas de Altán hay fondos de inversión, empresas de telecomunicaciones y socios privados. Apunte al fondo especializado en infraestructura de Morgan Stanley, que dirige Jaime Martínez Negrete.
Asimismo China Development Bank que lleva Zhao Huan, el Banco Interamericano de Desarrollo que dirige Mauricio Claver y CAF Banco de Desarrollo de América Latina que capitanea Luis Carranza.
También la poderosa caja de pensionados de Quebec, CDPQ, que aquí representa Jordi Tasias, y toda la banca de desarrollo mexicana, pues la Red Compartida fue impulsada fuertamente por Luis Videgaray.
Vía el ex secretario de Hacienda Bancomext, Nafinsa y Banobras le metieron 17 mil millones de pesos. Otros socios son Alfa, de Armando Garza Sada, a través de Axtel, y Megacable, de Enrique Yamuni.
Otro par de acreedores son los proveedores. La china Huawei de Ren Zhengfei y la finlandesa Nokia que encabeza Pekka Lundmark. Tan solo a éstos Altán les debe alrededor de 850 millones de dólares.
White & Case, el bufete neoyorquino de abogados que lidera aquí Ismael Reyes Retana, ya está buscando un conciliador para sentar a todos los acreedores. La reestructura financiera arrancó.